
La gente se aglomera a la salida de la sala, donde le espera un auto, rodeado de algunos gorilones de seguridad – que en honor a la verdad se portaron bien con el público – una exclamación sorda de la multitud me anuncia que Roger Waters ( si, 50% de Pink Floyd) esta traspasando la puerta y se dirige a la movilidad que lo llevaría hasta su hotel. Pienso en toda la leyenda negra que se ha tejido a su alrededor, tildándolo como el más conflictivo y dictador de los Floyd, pienso en el escupitajo que le propinó a un chico del público hace ya mucho tiempo, pienso en su constante guerra con los periodistas, pienso en que siempre se le ha considerado el más huraño e inaccesible del grupo. Pero no, para sorpresa de muchos se dirige hacia la barda que contiene a la multitud, con la intención de saludarnos y firmar algunos autógrafos. La barda cede, pero la multitud queda paralizada con el gesto universal de silencio y calma que les hace Waters.
Logro sacarle dos buenas fotos, a escasos metros de mi. Alto y delgado, parece una mezcla de Richard Gere y Richard Harris en la película Un hombre llamado caballo. Se le ve cool con su saquito negro, botas, jeans y gafas de aviador. Se asemeja más a un gentleman inglés que a uno de los “genios creativos” de la psicodelia Londinense más espacial y ácida. Después de firmar un buen número de vinilos, Cds y pósteres se retira, no sin antes levantar el puño en alto al ingresar al automóvil.
Posteriormente hubo gente que lo espero un buen número de horas fuera de su hotel, espera que fue recompensada, pues Waters firmo y se fotografió con todos los que en ese momento estaban allí.. Maldita sea, me lo perdí.
Dentro de poco otro post sobre los músicos que llegaron juntamente con Waters y una pequeña crónica del concierto.