Lima, sábado 10 de marzo de 2007, 5:04 de la tarde. El tablero de arribos del aeropuerto internacional Jorge Chávez anuncia para esa hora, la llegada del vuelo de Avianca, procedente de Bogotá, con escala previa en Quito. El mismo que trae entre sus pasajeros al primer Pink Floyd que pisaría tierras peruanas. Los fanáticos, poco a poco van haciendo acto de presencia. Hasta esa hora sumábamos algo de 100 personas. Hasta Daniel F. se encontraba presente, junto a su hermano Kimba, cuya afición a los sonidos floydianos y progresivos en general es harto conocida por la mayoría de sus seguidores. La espera desespera, mientras que a lo lejos ya se puede divisar, en la sala de control de pasajeros internacionales, un perfil inconfundible, de cabeza cana. Pues si, ya estaba aquí, pasando los controles de aduana como cualquier mortal.
La gente se aglomera a la salida de la sala, donde le espera un auto, rodeado de algunos gorilones de seguridad – que en honor a la verdad se portaron bien con el público – una exclamación sorda de la multitud me anuncia que Roger Waters ( si, 50% de Pink Floyd) esta traspasando la puerta y se dirige a la movilidad que lo llevaría hasta su hotel. Pienso en toda la leyenda negra que se ha tejido a su alrededor, tildándolo como el más conflictivo y dictador de los Floyd, pienso en el escupitajo que le propinó a un chico del público hace ya mucho tiempo, pienso en su constante guerra con los periodistas, pienso en que siempre se le ha considerado el más huraño e inaccesible del grupo. Pero no, para sorpresa de muchos se dirige hacia la barda que contiene a la multitud, con la intención de saludarnos y firmar algunos autógrafos. La barda cede, pero la multitud queda paralizada con el gesto universal de silencio y calma que les hace Waters.
La gente se aglomera a la salida de la sala, donde le espera un auto, rodeado de algunos gorilones de seguridad – que en honor a la verdad se portaron bien con el público – una exclamación sorda de la multitud me anuncia que Roger Waters ( si, 50% de Pink Floyd) esta traspasando la puerta y se dirige a la movilidad que lo llevaría hasta su hotel. Pienso en toda la leyenda negra que se ha tejido a su alrededor, tildándolo como el más conflictivo y dictador de los Floyd, pienso en el escupitajo que le propinó a un chico del público hace ya mucho tiempo, pienso en su constante guerra con los periodistas, pienso en que siempre se le ha considerado el más huraño e inaccesible del grupo. Pero no, para sorpresa de muchos se dirige hacia la barda que contiene a la multitud, con la intención de saludarnos y firmar algunos autógrafos. La barda cede, pero la multitud queda paralizada con el gesto universal de silencio y calma que les hace Waters.
Solucionado esto, mientras los de seguridad sostienen la barda, se dedica a firmar autógrafos y estrechar la mano de algunos, eso sí, sin pronunciar una sola palabra. Sin duda una escena difícil de imaginar unos 10 o 15 años atrás. Y pienso, pues si, el hombre ya tiene 64 años, y debe estar cansado de seguir jugando a la rockstar conflictiva y atormentada. Supongo que el paso de los años nos doméstica a todos de alguna manera, y ni siquiera Waters escapa a eso. O tal vez fue la sorpresa de encontrar a un buen número de fans que lo esperaban, lo que no parece ser muy común en otros países que visita, pues en el blog de uno de los miembros de su banda, este se sorprende por la reacción de la gente y lo compara con la histeria que provocaban los Beatles en sus apariciones públicas.
Logro sacarle dos buenas fotos, a escasos metros de mi. Alto y delgado, parece una mezcla de Richard Gere y Richard Harris en la película Un hombre llamado caballo. Se le ve cool con su saquito negro, botas, jeans y gafas de aviador. Se asemeja más a un gentleman inglés que a uno de los “genios creativos” de la psicodelia Londinense más espacial y ácida. Después de firmar un buen número de vinilos, Cds y pósteres se retira, no sin antes levantar el puño en alto al ingresar al automóvil.
Posteriormente hubo gente que lo espero un buen número de horas fuera de su hotel, espera que fue recompensada, pues Waters firmo y se fotografió con todos los que en ese momento estaban allí.. Maldita sea, me lo perdí.
Dentro de poco otro post sobre los músicos que llegaron juntamente con Waters y una pequeña crónica del concierto.
Logro sacarle dos buenas fotos, a escasos metros de mi. Alto y delgado, parece una mezcla de Richard Gere y Richard Harris en la película Un hombre llamado caballo. Se le ve cool con su saquito negro, botas, jeans y gafas de aviador. Se asemeja más a un gentleman inglés que a uno de los “genios creativos” de la psicodelia Londinense más espacial y ácida. Después de firmar un buen número de vinilos, Cds y pósteres se retira, no sin antes levantar el puño en alto al ingresar al automóvil.
Posteriormente hubo gente que lo espero un buen número de horas fuera de su hotel, espera que fue recompensada, pues Waters firmo y se fotografió con todos los que en ese momento estaban allí.. Maldita sea, me lo perdí.
Dentro de poco otro post sobre los músicos que llegaron juntamente con Waters y una pequeña crónica del concierto.
1 comentario:
que no se llama anónimo.
Jorge Gonzales dijo...
Me imagino que además de las dos fotos tienes ahí un autógrafo guardado en tu caja fuerte, ¿no?
Guardalo bien... porque se puede perder, jaja.
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