Comics, mis primeros super héroes.

A propósito de la publicación en nuestro país de la colección Batman, Año 1, (todo un acontecimiento) gracias a Perú 21, me vino a la memoria algunos comics de mi niñez y que al parecer no son muy recordados y reivindicados en estos tiempos, pero que al menos yo aun los tengo presentes, más aun en estos tiempos en que uno desearía volver a esas épocas y refugiarse en sus baratas páginas color sepia.

Eran los años 1985 – 86 y mis primos mayores leían, en el puesto de periódicos del único tío que los vendía en mi localidad, unos “chistes” (así los llamábamos en esa época) de llamativa portada, pero de interior monocromático. Entonces, los señores que se dedicaban a la venta de diarios, solían “alquilar” por un módico precio, los cómics más populares para la chibolada. Y no, no hablo de los consabidos Spiderman, Superman o Batman (por mencionar a los más conocidos), si no de unos comics hechos en este continente. Me llamaron la atención y casi sin querer y a costa de jorobar a mis padres y otros familiares, me fui haciendo de una colección grande, la que fácil llegaba a los 200 ejemplares.

La gente de base 30 para arriba los debe recordar claramente, algunos con cariño y nostalgia y otros con indiferencia. Hablo de la clásica trilogía de la época: Águila Solitaria, Kendor, el hombre del Tibet y Kaliman, el hombre increíble.

Pues bien, todos ellos eran de factura mexicana, aunque los que llegaron por aquí eran de la reimpresión colombiana me parece, de la famosa editora Cinco, especializada en este tipo de publicaciones. Como dije, de factura mexicana, pero con historias que transcurrían al norte de su línea de frontera, o en algún confín olvidado de la tierra o como en el caso de Kaliman, en lugares completamente desconocidos e inventados para la ocasión.

Águila solitaria, el piel roja emplumado que tenía la capacidad de volar, gracias a un ingenioso artilugio, fue creado por Víctor Fox ( apelativo comercial de Héctor Gonzáles Dueñas), en 1976, y a partir de 1979 se edito para toda Latinoamérica, la misma que se mantuvo con gran éxito, hasta mediados de los años 80. El piel roja, era el único sobreviviente de la masacre perpetrada a su tribu por manos del hombre blanco. No recuerdo mayores detalles de su origen, pero si buscan exhaustivamente en la web seguro que darán con algún dato interesante. Lo que se me viene a la memoria es su capacidad para aguantar el dolor y su sentido de la lealtad y justicia, así se trate de hombre blancos, que yo recuerde siempre se comía a jovencitas blancas, una sublimación de los deseos del guionista supongo, aunque contradiga el supuesto odio que este sentía por los de esa raza, en fin. Los más nostalgicos pueden descargarse aquí un par de historias completas en formato pdf.

Kaliman, el hombre increíble, también fue creado por Víctor Fox, pero en un primer momento para transmitir sus historias vía la Radio Cadena Nacional (RCN) de México, la misma que logró mantenerse en el aire por más de 20 años, es más, aun hasta hoy se pueden escuchar transmisiones esporádicas de algunos capítulos radiales. A ver, de lo que logro recordar, Kaliman era una especie de justiciero místico, que se valía de sus poderes físicos y mentales (principalmente) para superar las más diversas aventuras, como la delirante travesía, que es la que más recuerdo; a través de un mar en el que los personajes de la mitología griega cobraban vida. Como no, nunca faltaba la clásica muñeca de turno, a la que el héroe daba curso con sus increíble atractivo, aunque también se ayudaba leyéndoles la mente. De lo que pude hallar y me pareció interesante, fue que el primer ejemplar se publicó en 1965, con una circulación de 100, 000 ejemplares, una bestialidad para la época, el mismo que se tuvo que duplicar en la semana de su lanzamiento debido a la gran demanda. Según una página de Internet, el último número en imprimirse en tierras mexicanas fue el 1348, después de haber vendido la cifra de 1000 ( si, mil) millones de ejemplares. No se si hasta la actualidad algún personaje, por si solo, de Marvel o DC Comics, haya logrado alcanzar una cifra similar.

Finalmente, recuerdo a Kendor, el hombre del Tibet, también de origen mexicano, creado por Daniel Muñoz Martínez y Joel Kuri García.

Khen-Dor-Bit'z-lat, su verdadero nombre, era un miembro del servicio secreto norteamericano, críado en el tibet y descendiente de una raza superior (uhmmm), quien a lo largo de los 547 números, se dedica a apalear a los malos, y salvar al mundo de los planes de dominación de su archienemigo Cerebro. En esta entrada de wikipedia podrán encontrar gran cantidad de información al respecto, hasta una exhaustiva y pacienciosa lista de la mayoría de títulos publicados.

Siendo sinceros, es más el cariño que le tengo por que están ligados a una etapa de mi vida, que por su calidad literaria o gráfica. A ver, los dibujos eran sencillos, de trazos simples, en blanco y negro, y las historias también, ni punto de comparación con la complejidad de los argumentos de los superhéroes oscuros y confrontados con su lado más salvaje, los mencionados eran personajes arquetípicos, que representaban con claridad y sin complejos su papel de buenos en la historia. Pero supongo que esta simpleza era la que en algún momento nos llamó la atención, cuando aún creíamos que todo era así de fácil, que el mundo solo se dividía en malos y buenos.

Fueron 4 o 5 años de coleccionar estas aventuras, y a diferencia de los superhéroes americanos, con estos si lograba completar capítulos. Me acompañaban a todas partes, las cargaba conmigo a viajes cortos o largos, me costaba trabajo desprenderme de ellos. Pero debió ser por el año 1990, que ya un poco más inquieto por otro tipo de intereses más "acordes" con mi edad, no pude rechazar la oferta de un estibador del mercado local, quien quedo patidifuso al ver el enorme cargamento de "chistes" con el que salia de la casa de un amigo, al que por entonces se los había prestado. Ahora me parece risible, y si pues el muy pendejo se aprovecho de mi inocencia y falta de cancha en las lides de compra y venta de lo que sea, y ofreció sin titubear, la astronómica cifra, para mi y en ese entonces, de 10.00 nuevos soles, más la insuperable compañia de un racimo de plátanos recien afanados a su patrón. Y si, lorna al fin y al cabo y deslumbrado ante la visión del billete, me desprendí de mi preciada colección sin ningún tipo de remordimiento. Triste final para mis "chistes". Sirva este post como una pequeña reivindicación ante la vergonzosa manera en que los dejé ir.

Finalmente, creí que la memoria me iba a dar más e iba a recordar mayores detalles, pero no, asi que para eso están los links, para que exploren más al respecto.